“Por caridad cristiana”, había
dicho la monja. A falta de cura que se comprometiera a hacer las veces de
maestro, ella misma se había ofrecido a impartir las clases y mostrar las excelencias
de la palabra de Dios, y vaya que si impartía y repartía a diestro y siniestro
con el enorme yunque que se engarzaba en su anillo. Los golpes de fe caían
sobre nuestros cráneos invitándonos a la reflexión y el rezo a la menor oportunidad
y, con cada golpe, hundía más y más la poca esperanza de salvación que nos
quedaba.
Hoy nos hemos enterado de
que recogiendo patatas en el huerto del convento, otra monja, accidentalmente,
le ha sesgado varios dedos de una de sus manos con una azada.
Así que, viendo nuestras
plegarias cumplidas, le damos gracias al Señor.
4 comentarios:
Una de las cosas que más me gusta de este micro es la enorme efectividad de su título: gran juego de palabras (o sílabas, en este caso).
Qué quieres que te diga, en este caso me alegra que Dios decidiera escuchar esas plegarias.
Besitos
Hola David, gracias por pasarte. Sí, gran parte del valor del micro es su título.
Dios o el azar, Elysa, que nunca se sabe.
Un saludo.
Y nunca la recogida de patatas fue tan beneficiosa como ese día. ¿Sor Tija o Sor Pija? Porque una monja con un pedrusco....no sé, no sé.
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